Estimado [firstname],
Durante la última década, la retórica nacional sobre nuestra población inmigrante se ha vuelto cada vez más tóxica y hostil. El mes pasado, pasé unos días conduciendo de un extremo a otro de mi distrito para reuniones y eventos con nuestros constituyentes. Mientras lo hacía, noté un aumento de letreros llenos de odio aquí mismo, en el sureste de Pensilvania. Los letreros decían "Ilegales para Harris", lo cual es repugnante y reprobable. No creo que esto sea lo que somos en el fondo como estadounidenses, y ciertamente no es lo que deberíamos ser.
Durante el último mes, el expresidente y su compañero de fórmula han exacerbado esta tensión al afirmar repetidamente que algunos inmigrantes en Springfield, Ohio —quienes están en los Estados Unidos legalmente— están comiendo las mascotas de sus vecinos y cazando gansos en los parques municipales. No solo es esto completamente falso y ofensivo, sino también increíblemente peligroso. Springfield ha tenido que cerrar sus escuelas y hospitales debido a amenazas de bomba, y el gobernador de Ohio está desplegando patrullas estatales en cada escuela pública. Pero Springfield es solo una pequeña ciudad en Estados Unidos, y tristemente no está sola en su experiencia. No quiero que lo que sucedió allí ocurra aquí.
Nuestra comunidad es una de las pocas en Pensilvania que está creciendo en población, y ese crecimiento no solo proviene de personas que se mudan dentro y hacia el estado, sino también de todo el mundo. Específicamente, estamos bendecidos con una gran comunidad del sur de Asia, así como con importantes poblaciones del Caribe y América Latina. Hace unos fines de semana, tuve la oportunidad de participar en un panel de Unidad en Reading con líderes de las comunidades judía, LGBTQ, afrocaribeña y latina. Mirar a mis compañeros panelistas y a las personas en el público me recordó la verdadera belleza de nuestra comunidad. Nuestra fortaleza está en nuestra diversidad.
Los recién llegados y aquellos inmigrantes con familias multigeneracionales en nuestro distrito están trabajando, comprando, practicando deportes, adorando, siendo voluntarios y contribuyendo a nuestra comunidad al ser dueños de negocios, pagar impuestos y criar a la próxima generación de estadounidenses.
Sí, es cierto que no todos nos vemos de la misma manera. O hablamos de la misma manera. O adoramos de la misma manera. O amamos de la misma manera. Y tengo que decirte que eso está bien. Nuestras historias, luchas y éxitos tienen un hilo común, y ese es nuestra experiencia humana. No importa de dónde vengamos, cuánto tiempo llevemos aquí o cuántas generaciones nos precedieron, como ciudadanos y residentes de este gran país, es nuestra responsabilidad dar lo mejor de nosotros en este extraordinario experimento de democracia.
En nuestro distrito, y en Estados Unidos en general, hay espacio para todos nosotros. Si dudas de mis palabras, mi desafío para ti es simple: ve y habla con alguien que no sea como tú. Pídele que te cuente su historia y comparte la tuya. Puede que te sorprendas al descubrir todo lo que tienen en común.
Y ahora mismo, mientras la retórica es incendiaria y el prejuicio aparece en los letreros de los jardines, te imploro que rechaces y condenes cualquier tolerancia al odio o la violencia entre nosotros. Necesitamos avanzar hacia nuestro futuro, juntos.